Los Aiguamolls del Empordà II

En los Aiguamolls del Empordà hubo una lucha muy importante con tal de protegerlo de la construcción de un espacio edificado y turístico como Empuriabrava.

Como dijimos en el anterior itinerario realizado por los Aiguamolls del Empordà, este parque natural designado el año 1983, tuvo una lucha muy importante con tal de protegerlo de la construcción de un espacio edificado y turístico como Empuriabrava, que se pretendía llamar Puerto Levante.

Esta lucha llevada a cabo desde finales de los años 70 ahsta el año de la creación del parque, y que ha tenido continuidad desde entonces con la protección de otras áreas de la comarca del Alt Empordà, tiene dos nombre propios (con la colaboración de muchas más gente): a título personal, el de Jordi Sargatal, primer director del parques, así como destaca el de la IAEDEN, la Institució Alt Empordanesa per a l’Estudi i la Defensa de la Natura, fundada el año 1980.

El motivo para recalcar este proceso es para tener presente que cuando caminamos por este entorno protegido recordemos a todas las personas que se esforzaron para proteger este espacio único de la planicie empordanesa. Este hecho es más relevante cuando se pasea con una gran cantidad de personas alrededor que pueden alterar la quietud, impidiendo la observación y, sobre todo, el correcto comportamiento de las especies presentes.

Igual que en el anterior itinerario, para llegar se recomienda acceder en coche o en bicicleta, ya que se cruzan carreteras bastante transitadas e ir a pie puede ser peligroso.

Viniendo desde Figueres, se coge la autovía que va hacia Roses y, a la quinta rotonda que se encuentra, se tiene que coger la segunda salida, dirección Sant Pere Pescador. Una vez se ha salido de la autovía, se coge el camino que hay a la izquierda justo antes de la hípica. Esta carretera lleva directamente hacia el Cortalet, donde hay la Oficina de Información del Parque Natural y donde se puede aparcar el coche, previo pago. Desde aquí es el único punto por donde se puede acceder con bici a los caminos del parque (aunque no todos se pueden hacer con este vehículo).

La ruta que proponemos hoy es una parte de la que no pudimos completar la última vez en los Aiguamolls y que formaba parte de la red de caminos Itinerannia.

En este caso, el itinerario empieza en el Cortalet y termina en los estanques del Matà, siendo la ida y la vuelta por el mismo sitio, pudiendo hacer esta ruta en unas 2-3horas, si se para en cada hide y prado buscando los pájaros que viven o paran  ahí durante su migración (en función de la época del año).

Como es un camino plano, no hay problema de hacer este itinerario con chavales. También recomendamos llevar una guía de naturaleza y prismáticos. Aquí es mucho más importante llevarlos que en otras rutas, ya que los pájaros no suelen verse de cerca.

La vegetación de este ambiente es principalmente de ribera, con árboles como fresnos (Fraxinus angustifolia) y chopos (Populus nigra y Populus alba) como los más abundantes, aunque también se pueden observar olmos (Ulmus minor) y alisos negros (Alnus glutinosa). Entre ellos, y en un estrato inferior, no es extraño encontrar ejemplares de espino blanco (Crataegus monogyna), de zarzamoras (Rubus ulmifolius) y de hiedras (Hedera helix).

Esta vegetación sigue la rec Corredor que lleva hacia el estanque de la Massona y también se encuentra alrededor del otro gran estanque que se puede observar en este itinerario: el del Cortalet, justo al lado de las oficinas del parque. Para llegar a él hay que pasar de largo las oficinas y cruzar por un paso de madera.

Nosotros vimos poca cosa, concretamente ánade azulón (Anas platyrhynchos), focha común (Fulica atra), garcilla bueyera (Bubulcus ibis), tortugas de Florida (Trachemys scripta) y, un poco más lejos, alguna cigüeña (Ciconia ciconia), animal omnipresente a lo largo de todo el recorrido. Volviendo al inicio del camino que lleva a los estanques del Matà y pasando otra vez por delante de las oficinas, pudimos observar pájaros acostumbrados a zonas humanizadas como la paloma bravía (Columba palumbus) y el gorrión común (Passer domesticus).

Para iniciar el camino que lleva hasta el Matà, hay que coger el camino con una valla de madera volviendo de las oficinas, que impide el paso de las bicicletas. En este primer tramo, es donde pudimos observar los grandes árboles y arbustos de ribera mencionados antes, así como plantas típicas de ambientes húmedos como el lirio amarillo (Iris pseudacorus) y distintos juncos y espadañas (géneros Juncus y Typha). Entre estas plantas no es extraño encontrar abejas, abejorros y mariposas (como la Vanessa atalanta) pasando de flor en flor, así como telarañas que delatan la presencia actual y pasada de distintas especies de arañas. Tampoco no tiene que sorprender la cantidad de mosquitos y de cangrejos de río americano (Procambarus clarkii) que puede haber, por la presencia de masas de agua, ni el canto de las ranas, principalmente la rana verde (Pelophylax perezieste es el canto) y de la ranita meridional (Hyla meridionalis este es el canto), que para cuando nos acercamos demasiado.

A lo largo del recorrido encontramos dos hides más, el de las Gantes, a mano izquierda y que permite ver el estanque del Cortalet des de detrás, y el de las Daines, a mano derecha y más alzado, donde se pueden ver los nidos de las cigüeñas (de hecho, justo delante y a la izquierda hay un nido muy cercano). En esta parte del camino, donde hay los árboles mencionados al principio, es fácil escuchar (aunque más difícil de ver) pequeños pájaros cantores como el serín verdecillo (Serinus serinus), la cetia ruiseñor (Cettia cetti – más ligado a ambientes húmedos), el mirlo (Turdus merula), el jilguero (Carduelis carduelis) o el ruiseñor (Luscinia megarhynchos), mientras que en las zonas húmedas observables desde los hides pudimos ver una garceta grande (Egretta alba) y diversas cigüeñuelas (Himantopus himantopus).

Más adelante, encontramos una pequeña edificación a la izquierda, la Bomba, desde donde se puede ver una zona de prado que nos acompañará hasta casi llegar al estanque de la Massona y a su correspondiente hide. Esta edificación tiene la particularidad que su techo es una letrina de gineta (Genetta genetta), ya que esta especies siempre hace los excrementos en el mismo sitio, como método para marcar territorio. En estos prados pudimos observar una garza imperial (Ardea purpurea) y un par de lavanderas boyeras (Motacilla flava) volando entre las hierbas y las flores, como las del ranúnculo sardo (Ranunculus sardous).

Una vez se llega al estanque y al hide de la Massona (desde donde no observamos demasiados pájaros, y ninguno diferente a los que ya habíamos visto), el camino gira a la derecha, pasando por encima de un puente y cruzando una valla que impide el paso de bicicletas (del mismo tipo que hay en el inicio del recorrido), y que termina llevando al estanque del Matà, donde se termina el recorrido (es donde empezamos el anterior) y donde pudimos observar distintas especies que no habíamos visto anteriormente, como la cerceta carretona (Anas querquedula), el ánade friso (Anas strepera), el buitrón (Cisticola juncidis), el chorlitejo grande (Charadrius hiaticula), el cuchara común (Anas clypeata) y la oca vulgar (Anser anser), acompañados de distintas lagartijas (Podarcis liolepis) y los omnipresentes caballos que pasturan ahí habitualmente.

El inconveniente que tuvo hacer esta ruta fue que se trataba de un día festivo y estaba lleno de gente, con muchos niños y niñas que hacían demasiado ruido, impidiendo la tranquila observación de las aves desde los hides (nos encontramos a numerosos fotógrafos que se iban de mal humor de los hides llenos de personas y demasiado ruidosos).

Creemos que, desde la administración, se tendría que gestionar o medir este comportamiento, ya que puede ser contraproducente para muchos visitantes. El exceso de gente puede ser un problema para las especies que viven en el entorno. También es necesario recordar que el buen comportamiento es un hecho que depende de nosotros y, por tanto, tenemos que ser conscientes de visitar estos espacios respectando al propio medio y a las otras personas.

Queremos destacar la poca cantidad de especies que se pudieron observar, ya que en primavera las especies invernantes se han ido y el número de ejemplares baja. Por este motivo siempre recomendamos visitar las zonas que proponemos en diferentes momentos, para ver cómo cambian las plantas y los animales.

Si la zona os gusta y la termináis visitando, no olvidéis decirlo en las redes sociales mediante la etiqueta #RutaCreatiBio, acompañado de las fotos que hayáis hecho, tanto de los paisajes, como de las especies.

 

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