Un baño para el jabalí

Agradecemos la información sobre el jabalí aportada por Antoni Espanya, de los Servicios Territoriales de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación en las Tierras del Ebro.

En un bosque cualquiera de Catalunya, un macho de jabalí vagabundea durante la noche, buscando alguna cosa para comer. Remueve con el morro y los colmillos la hojarasca y el suelo, buscando alguna raíz, hongo o semilla enterrada. A su paso deja un rastro bien visible de tierra levantada, fruto de su actividad nocturna.

Durante el día, nadie lo ve, ya que aprovecha para esconderse y dormir, evitando el calor que está haciendo este verano. Aun así, otros compañeros suyos sí que se están viendo durante el día. Es algo que nuestro jabalí protagonista ha observado: la gran cantidad de jabalí que hay en su zona actualmente ha obligado a algunos individuos a cambiar de hábitos. Otros, han cambiado de lugar para comer y se acercan a las zonas donde viven los humanos: campos de cultivo, campos de golf, contenedores de basura de las afueras de los pueblos y ciudades.

Él no quiere modificar los hábitos ni el lugar, vive bien como está ahora y considera que no le falta nada. Pero tiene un motivo oculto: una vez, se encontró a un cazador y sus perros cerca de un campo de maíz y escapó por los pelos. Tiene miedo de los humanos y sabe que viviendo como vive ahora, en el bosque, las posibilidades de ver a alguno de ellos son más bajas.

Durante la siguiente noche, nuestro jabalí vuelve a salir, pero se da cuenta de que será una noche calurosa y bochornosa. De esas que convierte en pesada cualquier tarea que se quiera llevar a cabo. Por este motivo cambia de idea y va a buscar su zona favorita: una pequeña hondonada donde queda el agua justa estancada para hacer un buen baño de barro. Sufriendo por si el calor ha secado su charco, se mueve rápido entre los arbustos para llegar ahí.

Afortunadamente hay agua, pero menos que otras veces. Se acerca lentamente, notando la diferencia de temperatura en las patas, hasta que finalmente se tumba y se revuelca durante un buen rato, cubriéndose todo él de barro. Nunca mejor dicho, disfruta como un cerdo de este baño refrescante, que le aísla de este calor sofocante que hace.

Los humanos que han estudiado científicamente a los jabalíes, consideran que uno de los motivos principales para estos baños de barro es la regulación de la temperatura, como bien está demostrando nuestro protagonista. Dicen que este comportamiento existe porque los jabalíes tienen las glándulas sudoríparas atrofiadas, con lo cual no pueden sudar para bajar la temperatura de su cuerpo. Así, al entrar en contacto con el barro, más frío, transfieren su calor corporal, bajando su temperatura.

jabalí barro

Desafortunadamente, nuestro protagonista, que ha ido a su charco a refrescarse tranquilamente, ve como su calma queda empañada cuando aparece una hembra con sus crías. Sorprendida de que haya alguien en medio del barro, la hembra para y se coloca delante de sus crías, como si las protegiera.

Respecto al macho, mira al grupo con curiosidad. Normalmente las hembras no tienen tantas crías, y esta tiene seis. Además, se la ve bien alimentada y a los jabatos se les ve muy grandes para la edad que tienen. El macho supone que se alimentan habitualmente en zonas donde abunda la comida, es decir, cerca de los humanos.

Esta deducción lo pone en alerta, no fuera caso que algún cazador hubiera seguido a la hembra y sus crías. Por este motivo decide irse sin quitarse el barro, de manera que no le puedan seguir el rastro. Habitualmente se hubiera rascado con alguno de los pinos que hay cerca del charco, sacándose el barro y dejando una buena marca en la corteza, pero hoy prefiere hacerlo en otro sitio.

Mientras se adentra en el bosque, piensa que la hembra que ha visto sería una buena madre para sus hijos, así que desea encontrársela en la época de celo. Decide que las próximas semanas, aprovechando el calor, se dará bastantes baños, ya que también sirven para desparasitar el cuerpo de los jabalíes y liberarlos de organismos que podrían ser perjudiciales para su supervivencia. Al fin y al cabo, si se muere, no podrá aparearse con la hembra que acaba de encontrar.

Lástima que cada año que pase posiblemente le será más difícil encontrar charcos donde hacer sus baños. Porque con el cambio climático, se prevé que lloverá menos y hará más calor. Pero nuestro jabalí no sabe esto, así que vive ajeno a este tipo de cuestiones: solo sabe que cada vez hay más ejemplares de su especie y que le cuesta encontrar comida, porque la competencia es más alta.

El problema es que no es consciente que este aumento en la población de jabalí, no solo le puede dificultar la vida respecto al alimento, sino porque los humanos se ven obligados a hacer alguna cosa para frenar este crecimiento. Y esto puede llevar al punto de que haya un control estricto de los individuos, como si volviese a tener su depredador natural, el lobo. Un control de la población de jabalíes mediante su muerte, vía cazadores, o mediante su reproducción, vía la vacuna para esterilizarlos.

Pero como no lo sabe ni es consciente de eso, nuestro jabalí tan solo se preocupa de sobrevivir, comer y reproducirse, como cualquier otro ejemplar de su especie, como cualquier otro animal. Así que lo que le tenga que pasar, que le pase. Al fin y al cabo, todo es naturaleza.

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