Nuestro impacto sobre la posidonia
Agradecemos a Jordi Sánchez, de Submón, toda la información y las imágenes aportadas para la creación de este artículo.
Nuestra actividad puede tener graves perjuicios o consecuencias para el medio en que vivimos. Esto es una realidad evidente actualmente y ha servido muchas veces para alertar a la sociedad de la importancia de conservar el medio y hacer todo aquello para minimizar el impacto y asegurar unas condiciones de calidad óptimas. Pero posiblemente se da una paradoja, y es que con el medio marino esta responsabilidad no ha evolucionado generalmente de la misma forma. Es más fácil ignorar la destrucción que causamos en el medio marino, debido a que los efectos no suelen ser tan directos o cercanos a nosotros como lo puede parecer en los medios terrestres, aunque no por ello son menos importantes.
Es por ello que el artículo de este mes intentará analizar nuestro impacto sobre la posidonia, una de las especies vegetales marinas más importantes en el Mar Mediterráneo por su importancia ecológica. Si no habéis oído hablar, el primer párrafo tiene más sentido ya que estáis ignorando algunas de las principales comunidades marinas del Mediterráneo. Si habéis oído hablar, os puede sorprender toda la problemática que realmente hay detrás.
Pero antes de empezar en materia, será interesante ver realmente qué convierte a esta especie en particular y porque hay que protegerla. Uno de los aspectos a considerar es que está relacionada con la liberación de oxígeno y la fijación de dióxido de carbono. Además, fija la arena del medio, permitiendo el desarrollo de otras especies ligadas que dependen de ella. Como veis, tiene una función similar a la que encontramos en un bosque terrestre y es la base que constituye muchas comunidades marinas.
Debido a que el tema que tratamos es complejo, para entender mejor todo lo que pasa, el artículo se dividirá en las principales vías de impacto sobre las praderas de posidonia. Por un lado hablaremos del impacto de las construcciones humanas que alteran el régimen fluvial y por la otra hablaremos del turismo y su efecto sobre la esta especie. Como veis, las causas tienen fuentes muy diferentes y, aunque actúan sobre diferentes vías, el resultado es en ambos casos negativo.
Uno de los principales problemas sobre las praderas de posidonia tiene que ver con la construcción de diques y espigones sobre el medio marino. Estos hacen variar la dinámica de las corrientes marinas y, por tanto, los nutrientes y los sedimentos que llegarán al ecosistema. Por ejemplo, la arena tiende a acumularse en la zona norte y la playa, como consecuencia, empieza erosionarse por el sur ya que tendrá menos aportaciones sedimentarias.
Además, los embalses también impiden la llegada de los sedimentos, una problemática que actualmente se relaciona, por ejemplo, con la regresión que sufre el Delta del Ebro y que pone en peligro una gran extensión de lagunas. Con todo esto se puede entender que uno de los principales problemas es la alteración de la dinámica de los sedimentos, que afecta tanto a la estructura del ecosistema como en la aportación de los nutrientes, necesarios para el crecimiento de los organismos sésiles (fijados al entorno).
Pero aún hay más. Por si fuera poco, se construyen muchas veces puertos sobre las zonas donde hay praderas, ya que la arena es más compacta y por tanto más consistente. Y os podéis imaginar que con ello existe toda una clase de efectos ligados de forma directa, como son la presencia de embarcaciones, el derrame de aceite y el uso de pinturas tóxicas con metales pesados que terminan cayendo en el agua y que son tóxicas para los seres vivos.
También toma acción aquí el turismo, una de las principales cartas en este entramado. Y es que, muchas veces, para conseguir playas artificiales se debe extraer arena menos compacta, que suele estar adyacente a la pradera de posidonia, donde la arena lo es más. Esta arena extraída volverá a erosionar la pradera, que desaparecerá con todas las especies de moluscos o flora asociadas que viven y dependen y provocará una alta mortalidad.
Por otra parte, es habitual actualmente ver gente practicar deportes marinos como buceo y el esnórquel, que se han convertido populares durante los últimos años. En este caso, no es que la actividad tenga un efecto directo “per se“, pero si no hay un respeto por la persona que se encuentra en el medio marino, se pueden perjudicar fácilmente zonas frágiles. Es muy probable que con el contacto humano haya una degradación de la zona, ya que fácilmente se arranca la posidonia con los pies o las manos, provocando un desgaste grave.
Una conclusión que se puede sacar de todos los puntos que hemos expuesto es que el compromiso con el medio marino debe crecer mucho mediante diferentes vías de acción. Posiblemente hemos aprendido a tener en cuenta nuestro entorno, pero parece que tenemos claramente una asignatura pendiente con el medio acuático.
La responsabilidad de mantener un buen estado ecológico del medio marino es más relevante de lo que parece y, a pesar de que la construcción tiene un gran peso en todo este proceso, también nosotros podemos añadir nuestro granito de arena .Dicen que “ojos que no ven , corazón que no siente “, pero el hecho de que lo ignoramos no implica que no pase, y posiblemente las consecuencias sean peores debido a que muchas veces ignoramos que está pasando debajo nuestro.
Si os ha gustado este artículo, os agradeceremos que los compartáis y nos ayudéis a sensibilizar a todos sobre una de las comunidades más importantes que tenemos en nuestras aguas.
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