Itinerario por el Paraje de Tudela

El Cap de Creus es un espacio, localizado en el Alt Empordà, de gran belleza natural modelada por la tramontana y que ha inspirado a artistas como Dalí. De entre todos los rincones interesantes que se pueden visitar, el paraje de Tudela, situado en la cara norte, es de los más peculiares.

Este paraje, actualmente en medio de una reserva natural integral (área de máxima protección en Catalunya), fue modificado de manera importante por la mano del hombre ya que el año 1961 se construyó una ciudad de vacaciones, el Club Méditerranée, que estuvo activa durante unos 40 años, hasta que el paraje fue incluido dentro del Parque Natural del Cap de Creus en 1998.

El 2009 empezó la demolición de la ciudad de vacaciones, con el resultado que se puede ver actualmente. La mano del hombre sigue siendo visible en algunos tramos, pero ha quedado armonizada con el salvaje paisaje rocoso.

paratge tudela_94El itinerario propuesto se puede hacer con una hora yendo a buen ritmo. Aun así, recomendamos hacerlo de manera más lenta, observando cada rincón, formación geológica, planta y animal, de manera que no se pierda detalle y se disfrute de esta magnífica área natural. También recomendamos aprovechar los caminos laterales que salen del itinerario, pues permiten llegar a miradores con muy buenas vistas. Consideramos indispensable llevar una guía de fauna y flora, ya que facilitará la identificación de las especies que se observen, y unos prismáticos, sobre todo para observar pájaros.

Creemos que es apto para hacerlo con niños, ya que se trata de un camino plano y asfaltado durante gran parte del trayecto. Solo puede haber un punto de complicación en la parte final, aunque nosotros vimos niños que podían desplazarse por la zona sin demasiados problemas.

Para llegar al inicio, se tiene que coger la carretera que va de Cadaqués al Faro del Cap de Creus hasta encontrar una salida asfaltada y bien señalizada (hay un cartel de madera visible) a mano izquierda. En verano, se puede acceder con coche hasta un aparcamiento habilitado (que hay que pagar). El resto del año hay una valla que impide el paso con vehículo, pero hay otra zona habilitada poco antes de llegar donde dejar el coche. Como alternativa, se puede dejar cerca del Faro, pero queda algo más lejos (a 1 quilómetro y medio, más o menos).

Una vez llegamos al desvío, seguimos el camino asfaltado hasta que encontramos una casita de madera. Aquí es donde hay el aparcamiento abierto  en verano y donde empieza el itinerario. Si se ha sido un poco observador, se habrá visto que en este primer tramo entre la valla y el aparcamiento hay una fuerte presencia de tres plantas: el enebro rojo (Juniperus oxycedrus), el lentisco (Pistacia lentiscus) y la zarzaparrilla (Smilax aspera).

A medida que se sigue el camino desde el aparcamiento hasta la orilla del mar, disminuye la presencia vegetal, mientras ganan mucha importancia las estructuras geológicas. La falta de plantas principalmente se debe al efecto de la tramontana, porque en los pocos lugares donde se encuentran es en las zonas resguardadas, donde podemos encontrar, entre otras, el euforbio mediterráneo (Euphorbia characias). Aun así, no hay una ausencia absoluta, ya que en esta zona más influenciada por el viento y el mar podemos hallar plantas como el hinojo marino (Crithmum maritimum) y el taraje (Tamarix gallica).

paratge tudela_46El tipo de camino cambia una vez se pasa la Roca del Águila, porque unos metros más adelante sale un pequeño desvío, en medio de un arroyo, que permite subir todo lo que se ha bajado por el trozo asfaltado. Este desvío es montañoso y está guiado per unas barandillas metálicas bajas, que siempre quedan a mano izquierda.

También hay la opción de seguir el camino asfaltado hasta su final, en la cala Culip, pero con el desvío mencionado la ruta se convierte en circular, ya que llega hasta el tramo entre la valla y el aparcamiento. Es destacable que la zona cruzada por el desvío está dominada otra vez por el enebro rojo y el lentisco. Nuevamente se ve cómo crece la vegetación en las zonas protegidas del viento.

Referente a la fauna, destaca todo el año la presencia de la gaviota patiamarilla (Larus michahellis) y el cormorán grande (Phalacrocorax carbo). En la visita que hicimos a este paraje durante el invierno, no vimos más pájaros marinos, pero se pueden observar otros, mar adentro, como el alcatraz atlántico (Morus bassanus) o la pardela mediterránea (Puffinus yelkouan). Respecto a los terrestres, en invierno domina la presencia de bandadas de estornino vulgar (Sturnus vulgaris), así como se pueden observar pequeñas aves como la cogujada montesina (Galerida theklae), el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), currucas (tanto la cabecinegra – Sylvia melanocephala – como la capirotada – Sylvia atricapilla), etc.

En esta época del año no se observan ni reptiles ni anfibios. Los mamíferos difícilmente se pueden ver debido a sus hábitos nocturnos, pero sí que se pueden encontrar rastros suyos, como heces de zorro (Vulpes vulpes) y terrenos escarbados por jabalíes (Sus scrofa).

Queremos repetirlo en otras épocas del año para informar sobre otras especies que se puedan observar.

Si os interesa este itinerario y lo hacéis, no dudéis en explicarnos qué os ha parecido y qué habéis visto a través de nuestras redes sociales (Instagram, Twitter i Facebook), con la etiqueta #RutaCreatiBio.

 

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